martes, 17 de febrero de 2009

Probemos con la lectura... todossssssss




El verbo leer no soporta el imperativo.
Aversión que comparte con otros verbos:
el verbo «amar»..., el verbo «soñar»...
Daniel Pennac


¿Que pasa con la educación sistemática que termina con el gusto de la lectura y la escritura? ¿Recuerdan cuando eran pequeños, la necesidad de tener un lápiz en la mano, y en ese garabato informe y enloquecido, todas las historias que inventaban, todos los objetos y personajes que describían y las miles de argumentaciones que delineaban? ¿Cuándo perdimos el entusiasmo por tomar en nuestras manos los libros con grandes ilustraciones para mirarlos con avidez y solicitar a todos los integrantes de la familia, con alguna instrucción escolar, que nos leyeran las líneas de palabras que figuraban debajo de ellas? ¿Dónde quedó la curiosidad por saber dónde estaba la palabra que nombraba al ogro, a la princesa, al castillo encantado o a la madrastra malvada?

Nuestra historia como lectores puede comenzar en distintas épocas de nuestra vida, antes o después de la escuela, o dentro de los distintos niveles educativos por los que hemos atravezado. Pero siempre, en cada una de nuestras historias aparece un propósito lector y un lector que nos ha conducido deliberadamente hacia el gusto por la lectura.

Tios, primos y abuelos, padres y madres, que cansados de la labor hogareña o luego del trabajo y antes de dormir han estado leyéndonos, o simplemente mostrándonos con su hábito lector, que haciéndolo se disfruta de un momento de relax, de diversión, de conocer mundos nuevos, de informarse, conocer la moda o el último automóvil de la marca favorita.

Pero hay otras historias que nada tienen que ver con esto, otras experiencias donde la escuela es la única que puede iniciar a niños, jóvenes y adultos en el camino de la lectura o la única que lo puede continuar.


"La construcción de las historias lectoras de muchos niños, jóvenes y adultos depende,
en un alto porcentaje, de que en las instituciones educativas se generen espacios
destinados a tales fi nes, con objetivos claros. En efecto, las imágenes de lectores que
nuestros estudiantes reciben en el ámbito educativo son ciertamente infl uyentes y
decisivas en la construcción de sus historias lectoras."
(Holzwarth-Hall-Stuchi -"Mediador de lectura"-2007-pág. 16)

Por eso es imprescindible que en nuestras escuelas los docentes tomemos conciencia de ello y nos comprometamos a mediar entre los libros y los alumnos. No es un trabajo de algunos (prof. de Historia, Literatura y Lengua, Filosofía, Política o Psicología), es una labor de todos. Profesores de Ciencias Exactas, Artística o Educación Física, todos tenemos propósitos lectores que acercar a nuestros alumnos, historias de personajes, científicos, artistas y atletas o deportistas de nuestro medio, del país o el mundo.

Y a partir de la lectura podemos incentivar la escritura sin miedo a la pregunta, a escribir y reescribir textos, corregirlos y volver a hacerlo tantas veces sea necesario para el aprendizaje. El tiempo debe ser nuestro y de los alumnos, no para la cantidad de contenidos sino para la calidad de lo enseñado, calidad que se irá perfeccionando con estudios avanzados o con la práctica de la lectura y la escritura, porque quien se inicia con gusto no abandona la tarea sino que la incrementa.
Como sostiene María Eugenia Dubois, “Los caminos por los cuales llega a formarse un lector son tan variados como los propios individuos. El significado que para unos pudo haber tenido su primera poesía o novela, para otros lo pudo haber tenido su primer
libro de ciencia o de historia”
. (Dubois-"Texto en Contexto 7 Sobre lectura, escritura… y algo más"- 2006- pag. 109)

¿Te animás a contar tu historia de lector? Enviala al correo electrónico que figura en el gadget debajo de la foto o escribila en comentarios a la publicación.

¡Tu experiencia puede ayudarnos mucho!

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