Las apariciones de la Inmaculada Concepción de María en Lourdes, Francia.
El 11 de febrero de 1858, Bernardita Soubirous va con su hermana y una amiga a buscar leña seca. Cuando ella se dispone a atravesar un brazo del río Gave, escucha de repente como un fuerte viento que la obliga a levantar la cabeza.
En la abertura de la roca de Massabielle se alza ante su vista una joven, inmóvil y silenciosa "tan bella que cuando se la ha visto una vez que queria morir para volver a ver". El vestido blanco, un cinturón azul, y el rosario entre los dedos.
"Me saludó inclinando la cabeza; creyendo engañarme, me restregué los ojos; pero alzándolos, vi de nuevo a la joven que me sonreia y me hacía señas de que me acercase. Pero yo no me atrevía. Y no es que tuviera miedo, proque cuando una tiene miedo, huye; y yo me hubiera quedado allí mirándola, toda la vida. Entonces se me ocurrió rezar, y saqué el rosario. Me arrodillé. Vi que la joven se santiguaba... Mientras yo rezaba, Ella ib pasando las cuentasde su Rosario, sin decir nada. Y cuando yo dije: Gloria al Pdre... también Ella lo dijo. Terminado el Rosario me sonrió otra vez, se elevó un poco y desapareció".
Dieciocho veces apareció la Inmaculada Concepción de María en aquella gruta y le solicitó a Bernardita que rezara por los pecadores, que hiciera penitencia y le solicitara a los sacerdotes que levantaran un templo. El 4 de marzo 1858 se producirá el primer milagro cuando una madre sumergió el cuerpo enfermo de su hijo en el manantial que Bernardita había hecho con sus manos a pedido de la Virgen, y el joven se sanó. La Madre de Dios le mostró a los peregrinos otros milagros y el 16 de julio, más hermosa que nunca, sonriendo con dulzura infable, inclinó la cabeza en señal de despedida y desapareció.
En el día de mi onomástico (como dice un amigo en la fe y hermano de la vida) quiero dejarles esta bella imagen de la Señora que intercedió por mí y por mi madre en el momento del parto. Por ella aún estamos aquí disfrutando de la vida y los sueños. Yo con mi madre y mi padre y mis hijos y esposo conmigo. Y con orgullo y humildad llevo su nombre porque sé que me protege
¡GRACIAS MI SEÑORA!
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