jueves, 26 de mayo de 2011

Solo es actitud


El cambio: nos amigamos, nos enemistamos

Hablar del cambio educativo no es fácil. Y mucho más difícil es llevarlo a cabo. Muchas veces encontramos obstáculos hasta en quienes se dicen propulsores de cambios. A menudo acontece que si se pretende modificar algo de las prácticas educativas tradicionales aparecen las reacciones más fuertes y conservadoras, con muchísimas argumentaciones.

En una entrevista a Andy Hargreaves fundador del Centro Internacional para el cambio Educativo, por su libro “Cambio de los maestros, los tiempos cambiantes. Trabajo docente y la cultura en la era postmoderna” en 1991, expresa su reflexión ante el cambio que debe operar en la escuela:

“ En ese libro yo describía un conflicto, una tensión fundamental entre dos cosas: de un lado, un mundo que había cambiado muy rápido, que había entrado en una era de gran incertidumbre, complejidad en las organizaciones, flexibilidad en la economía, mayor diversidad cultural, velocidad debido a las nuevas tecnologías, y que iba generando nuevas demandas educativas; y de otro lado, las escuelas que por su estructura y su cultura no estaban en condiciones de lidiar con estos cambios, de responder con responsabilidad a las necesidades de todos los alumnos. Frente a esa tensión imaginaba dos posibilidades: una era que las escuelas, los maestros y los sistemas educativos fueran capaces de reorganizarse para poder lidiar con esa complejidad; la otra posibilidad era que prevaleciera el temor a la complejidad y a la diversidad y se respondiera tratando de controlar todo, cayendo aún más en la estandarización. Esta segunda posibilidad era muy factible porque es natural que en la incertidumbre busquemos la seguridad de lo conocido; por ejemplo, volvemos a la seguridad de las cosas que pensamos nos hicieron sentir seguros cuando éramos niños, la clase de escuelas que recordamos, la clase de conocimiento que adquirimos. En este sentido la incertidumbre puede ser una enemiga del cambio”.

Para introducir los cambios en educación y que el docente no sienta la incertidumbre de lo modificado abruptamente, ciertamente se debe comenzar con una fuerte inversión en capacitación profesional, la que considero no puede ser en servicio, ya que una verdadera capacitación implica estar en contacto con los saberes que genera e imparte el Nivel Universitario. El docente debe para ello estar en perfectas condiciones emocionales, sin preocupaciones adicionales a la hora de estudiar para cambiar el ambiente en el que trabaja, y sobre todo poder compartir con sus colegas lo que recibe en el Nivel Superior.
Esta fuerte inversión no está dada por el estado. No tenemos un régimen de capacitación que nos permita dejar de trabajar por un tiempo determinado, cobrar el sueldo y acceder a una mejor formación, capacitación o perfeccionamiento docente.
Por otro lado, el tema de las nuevas tecnologías en la escuela, que es otro punto importante en el desarrollo del cambio en la educación, dista demasiado de ser un cambio real. Muchas escuelas están con las salas de computación repletas de equipos que se utilizan de cuando en cuando y con restricciones pues no hay personal para el mantenimiento de los equipos y el control de los alumnos. Sabemos que los alumnos están más actualizados en este sentido que los profesores, llevan en sus bolsillos toda la tecnología de punta y en el aula no sabemos más que quitárselos para que no hagan travesuras o acciones fuera de lugar, sin ver que tenemos la oportunidad de que nos enseñen y de aprender todos juntos con sus teléfonos celulares, MP3, MP4, MP5, etc. Vemos la insurrección donde hay modernización y actualización social.
Estamos lejos del cambio aún, no aunamos fuerzas para utilizar muchas cosas que nos aportan los chicos, no sabemos utilizar lo que nos brinda la escuela que busca actualizarse, y no tenemos la solución si no es una buena respuesta del estado a los cambios que quiere imponer a la tan vapuleada escuela argentina.
El deseo, buscar nuevos caminos de lucha, exigir el cambio profundo, no una aparente modernización que nadie cree.

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