sábado, 2 de mayo de 2009

NADA DE LO QUE SE ESCRIBE ES LO QUE SE DICE

PARA COMPARTIR UNA BUENA REFLEXION

1º de Mayo, Día del Trabajador ... ¿o del trabajo?
Por Alejandro Bernasconi.
AGMER Seccional Uruguay

Extraído de La Hoja Nº 11, Abril de 2005

El 1º de mayo celebraremos nuestro día; lo haremos junto a miles de millones de otros trabajadores, ocupados o desocupados, en actividad o pasivos, que también lo estarán festejando.
Sin embargo, cada vez más en los medios de prensa, en las carteleras escolares, como parte de los discursos cotidianos, se habla del “día del trabajo”. La diferencia no es menor, ni ingenua. Se intenta, como en tantos procesos de vaciamiento del valor simbólico de las cosas, reemplazar lo que debería de ser un momento de festejo y reflexión crítica del sujeto colectivo “trabajador”, por el trabajo como valor en sí mismo sin sujeto.
El mundo medieval, precisamente, convirtió el trabajo en un valor independientemente de las condiciones de explotación y dominación de los sujetos que realizan el proceso de trabajo. El capitalismo maximizó esta concepción.
Pero decíamos que los docentes festejaremos nuestro día junto a camioneros, barrenderos, operarios fabriles, trabajadoras sexuales, etc., etc., con quienes tenemos en común que vivimos de la venta de nuestra fuerza de trabajo a cambio de un salario. La característica constitutiva fundamental de la clase trabajadora en las sociedades capitalistas es la no posesión de los medios de producción y la falta de control sobre el proceso de producción (sea este de bienes materiales o simbólicos). Es decir, sólo intervenimos en los procesos de producción, vendiendo lo único que poseemos: nuestra fuerza de trabajo. De allí el carácter injusto y desigual de la sociedad capitalista: somos precisamente quienes ponemos la fuerza de trabajo (que crea los bienes y la riqueza) los que menos podemos disfrutar de ella.
Paradójicamente los docente poseemos, a diferencia de muchos otros, un peculiaridad peligrosa para el sistema: un mayor poder de intervención sobre el proceso de producción (en nuestro caso de conocimientos) que el poder no puede controlar directamente. Por ello la fuerte presión sobre el magisterio para devaluarlo y convertirlo sólo en un reproductor mecánico en la transmisión de conocimientos (que lógicamente otros han elaborado) mediante su pauperización o conversión en un profesional liberal. De aquí derivan los esfuerzo por disciplinar las prácticas docentes e imposibilitar que asuma la conciencia de clase y el potencial profundamente transformador que tiene su trabajo. La máxima del sistema capitalista para los docentes es tener “operarios” que le insuman el mínimo de costo laboral y le rindan el máximo en la reproducción del orden social vigente (su enseñanza acrítica).
Festejar el día del trabajador es por lo tanto y en principio, asumirse trabajadores, comprender la hermandad de origen y destino con otros trabajadores. Para los docentes, supone además pensar cómo enseñamos en las aulas a los hijos de nuestros hermanos de clase que el orden social vigente es el reino de la injusticia para las mayorías y, por lo tanto, debe ser transformado. Por lo tanto, tenemos como misión ética que enseñar cómo funciona este mundo y cómo podemos cambiarlo. O por lo menos, intentar descubrirlo junto a nuestros alumnos. Liberarnos en la medida que liberamos a otros de la peor de las opresiones: la de la conciencia de clase negada. Cuando descubrimos esto, nuestro trabajo no sólo nos hace libres, sino además felices. Si no es así, es hipócrita pensar en festejar “el trabajo”, cuando sólo sirve para explotarnos y alienarnos.
Un sencillo pero buen comienzo, es dejar de poner en las carteleras “día del trabajo”, poner “1º de mayo día del trabajador” y reflexionar sobre que decimos cuando decimos lo que decimos.



HACER DOCENCIA HASTA EN LAS SENCILLAS TAREAS, DEJAR HUELLAS EN LAS CHARLAS NO PLANIFICADAS, INFORMAR Y FORMAR AL CIUDADANO DESDE LAS AULAS. POSICIONARSE PARA BUSCAR EL CAMBIO EN LAS JÓVENES GENERACIONES AUNQUE NOS QUIERAN ANULAR LAS IDEAS.

1 comentario:

María Cecilia Bustamante dijo...

Excelente la selección del texto, una reflexión pertinente. Cariños.