domingo, 17 de mayo de 2009

30 años de la desaparición del Filósofo Nimio de Anquín

HOMENAJE AL FILÓSOFO ARGENTINO NIMIO DE ANQUÍN
A treinta años de su muerte.
El 16 de mayo de 1979, fallecía en Córdoba Nimio de Anquín. Filósofo argentino, entre los pocos que ha dado nuestro país. Probablemente, muchos de los lectores desconozcan casi por completo de quien se trata (así como conocerían a un Juan Bautista Alberdi, a un poeta como Borges, a un intelectual como José Pablo Feimman, y muchos otros), aún aquellos dedicados a la filosofía.
A quien hoy recordamos y homenajeamos, es para algunos de nosotros, así como lo fue también para Arturo Jauretche y para el Padre Leonardo Castellani, uno de los dos gigantes de la filosofía argentina (el otro es Carlos Astrada, su amigo coprovinciano). El por qué de esta importancia y su consecuente desconocimiento histórico tanto de su persona como de su obra, no lo podemos explicitar aquí, pero tiene sus razones varias. Muchas de las cuales, son muy comprensibles, más allá de que uno las valore como justas o no. Por allí están sus obras que son el fruto de una basta experiencia filosófica pura y entrega absoluta a la vita contemplativa y a la verdad, y a través de las cuales podemos aproximarnos y empezar a constatar aquello que afirmamos.
Ahora bien, de más está decir que la mejor manera de aproximarse a la lectura de un filósofo (en el significado más acabado que posee éste título) es conociendo algo –por lo menos, lo más importante– de su biografía, sin dejarse arrastrar por la determinación que llevan en sí ciertos aconteceres históricos y las diversas experiencias personales por los que atraviesa el propio pensador. Estos pueden ser condicionantes, importantes o no según su impacto e intensidad en la vida de cada uno, pero no un determinante causal –es decir, necesario– de las ideas. Y mayor fuerza adquiere este argumento cuando nos referimos a pensadores “metafísicos” (como lo fue Nimio de Anquín), ya que son éstos los que poseen las luces para señalar o indicar a las cosas, y a las cosas que hay que pensar. Del fruto de su pensamiento se ramifican las diversas interpretaciones de lo real.
Por eso mismo es que, primero, hay que leerlos. Luego hay que pensarlos. Posteriormente intentar comprenderlo en la medida de nuestras posibilidades. Y, por último, valorarlo por su pertinencia o no a su horizonte histórico-cultural y al nuestro. Pero, de ninguna manera, podemos ingresar a su obra determinándolo antes, sea por sus tendencias políticas, por sus adherencias ideológicas (si las hubiere), por sus decisiones personales –y mucho menos por aquellas que pertenecen al orden de la pura intimidad. En un caso extremo, preguntarnos antes de leer a un pensador (sea éste poeta, filósofo, político, etc.) a qué corriente ideológica-política pertenecía, acorta la mirada y obstruye la reflexión.
El motivo de estas sugerencias previas en un homenaje como éste, se explica por el destino que padece el legado de un filósofo como Nimio de Anquín, desde el momento inmediato posterior a su deceso hasta nuestros días.
Recordamos, pues, a treinta años del día su fallecimiento, a un hombre signado por el rigor filosófico, por la paciencia, por la seriedad intelectual y académica, por una aptitud natural por la práctica dialéctica, por el compromiso con su tierra y todo lo que ello supone (aún cuando tuvo que soportar sobre sí el peso del aislamiento profesional, la soledad personal, y la pobreza extrema en la que comprometía también a los suyos), por la docencia pródiga de sus reflexiones, y por la profundidad propia de un pensamiento que se asienta en el Fundamento.
Su actitud filosófica fue siempre la misma, con el tiempo sólo afila su mirada. Una guía para nuestros pensadores: rememorar y participar de las tradiciones de la filosofía elemental del presocratismo, o estudiar las fuentes actuales de la filosofía occidental del Ser inmanente. Un problema: el de los dos huéspedes que inhabitan la conciencia (el Ser eterno greco-parmenídeo y el Dios Padre creador), el cual sella a fuego toda su obra. Su conciencia de pertenencia a nuestro continente, y más aún, a nuestra Argentina se prefigura claramente ya en la originalidad de sus planteos de juventud –Un aspecto de la neoescolástica. Nueva forma de realismo inmediato (1926), El problema epistemológico de la filosofía actual (1927), Nota preliminar a una filosofía de la inteligencia (1928), etc.– como en sus manifestaciones directas en sus discursos y escritos de filosofía política –La justicia no cristiana (1942); Jerarquía de los bienes (En el orden político, jurídico y económico) (1949); El Ser visto desde América (1957); Lugones, poeta óntico (1963); Lugones y el Ser Americano (1964); Persona y Situación (1967); Platón, el educador (1968); Escritos Políticos (1972); Contribución al acto humano libre (1977).
Entre sus publicaciones más importantes no mencionadas anteriormente, se encuentran: Antropología de los tres hombres históricos (1951); Ente y Ser. Perspectiva para una filosofía del Ser Naci-Ente (Gredos, 1962); De las dos inhabitaciones en el hombre (1971).

CENTRO DE ESTUDIOS NIMIO DE ANQUÍN (CENDA)


www.konvergencias.net/anquin.htm

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