miércoles, 18 de marzo de 2009

El ejercicio de la memoria debe continuar.

En esta lucha debemos destacar la acción de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, quienes con su incansable lucha y movidas no solo por el amor de sus familiares desaparecidos sino por un sentimiento de justicia digno de admiración, han podido enfrentarse con esa maquinaria del terror instaurada en nuestro país y proseguir la lucha durante los gobiernos constitucionales y burocráticos, venciendo los miedos propios y los ajenos, las críticas e injurias, enfrentando a los indiferentes e intolerantes, para devolvernos a todos los argentinos la fe, la esperanza y la convicción de que los pueblos que luchan y no olvidan son los único capaces de decir “NUNCA MÁS”.
La vida en democracia no es garantía de goce pleno de los derechos humanos, hoy vemos como los estados amparados en el discurso de “la falta de recursos”, viola permanente los derechos humanos referidos a educación, salud, trabajo y salarios dignos, vivienda, etc. Tampoco son respetados los derechos del niño en su totalidad, muchos aun abandonan el sistema educativo para trabajar en condiciones de explotados. Los grupos indígenas desprovistos de sus tierras y negados en su derecho de propiedad esperan ser reconocidos como habitantes y ciudadanos de este país con los derechos y deberes de cualquier ciudadano. Las víctimas de AMIA, los CHICOS DE LA GUERRA, Julio López y Carlos Fuentealba son todavía deudas pendientes del Estado Argentino.
Como docentes tenemos el deber de mantener viva la memoria e inculcar en nuestros alumnos el sentido de la verdad y justicia, el respeto por la dignidad humana y la cultura del amor, quizás así, con el tiempo no sea necesario vivir reclamando por los derechos que naturalmente nos han sido concedidos y otros impunemente nos arrebatan.
Y como afirma el Sociologo Boaventura de Souza Santos:

“ Queremos dos principios, y no uno solo: igualdad y diferencia. El principio de la igualdad exige una redistribución a través de luchas que continúan siendo fundamentales. El principio de la diferencia exige conocimiento igualitario de las diferencias. Es allí donde la modernidad occidental siempre fue débil. Esa dupla tiene que estar completamente unida en la sociedad civil. Y de allí surge el gran derecho en esta sociedad civil global. El derecho a ser iguales, cuando la diferencia nos inferioriza; el derecho a ser diferentes, cuando la igualdad nos descaracteriza. Piensen en nuestras luchas, en nuestras propias casas, en nuestra subjetividad y en el mundo.”

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