Dueña de una exquisita persona, María Elena llenó de fantasía los oídos de los niños y niñas que disfrutamos escuchando sus canciones y leyendo su literatura tan particularmente agradable. Hoy se extraña su sobriedad y cultura, su firmeza y sapiencia, su figura y su sonrisa, pero se siente su rico espíritu y sus sentimientos en su poesía...
“Yo dormía pero mi corazón velaba…”
Cantares
Como a sus vanas hojas
el tiempo me perdía.
Clavada a la madera de otro sueño
volaban sobre mí noches y días.
Poblándome de una
nostalgia distraída,
la tierra, el mar, me entraban en los ojos
y por ociosas lágrimas salían.
Cuántos papeles ciegos
en la tarde vacía.
Qué multitud de imágenes miradas
como a través de una mortal llovizna.
Entorpecidas sombras
en vez de manos mías,
de tanto enajenarse en los espejos,
todo lo que tocaba se moría.
Memorias y esperanzas
callaban su agonía:
un porfiado presente demoraba
siempre las mismas ramas amarillas.
Qué tiempo sin sentido
el que mi amor perdía.
Qué lamentable primavera inútil
haciendo en vano flores que se olvidan.
Pero mi corazón
velaba y no sabía.
Recuperada su pasión secreta
ahora enamorado resucita.
Y el tiempo que hoy me guarda
entre sus hojas vivas
es un tiempo feliz desde hace tantos
sueños que nacerán en la vigilia.
María Elena Walsh ("Balada del tiempo perdido", en Baladas con Ángel.)
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