Con este título comienza un interesante artículo que me alcanzó una alumna del Profesorado y quisiera rescatar algunos puntos muy interesantes que a veces olvidamos los docentes en medio de este maremoto que es nuestra ¿vida?
Cabe aclarar que lo extraído del artículo está entre comillas, lo demás es reflexión personal.
"Los maestros tampoco deben abrumar a los chicos. Proponerles actividades que están en condiciones de realizar." No aquellas preguntas que no pueden entender ni los padres, ni otros docentes pues no saben a qué apuntan. Recordar que no todos tienen posibilidades de tener libros, tener Internet o computadora. Si la escuela no proporciona estas herramientas no solicitar cosas descabelladas. Pedir información de la experiencia de los chicos, los padres los abuelos, los vecinos, los comerciantes del barrio, los trabajadores de la localidad...
"Si un chico está siempre cansado o le cuesta prestar atención, conversar con él sobre la vida extraescolar y reforzar la comunicación con los padres." ¿Nos olvidamos de nuestras clases primeras, las prácticas, aquellas que preparábamos con motivación, con reflexión y revisión de lo enseñado? Creo que la locura de terminar un programa, dar muchos contenidos, uno detrás de otro, sin mucho sentido, con el sentido de los Diseños (que nunca fueron coherentes) nos ha dañado la creatividad, el tiempo que nos tomamos en preparar las clases y la búsqueda del material. No dejemos que la locura de nuestros directivos nos nuble el cerebro, argumentemos nuestras planificaciones debidamente y demos lo que es necesario para el grupo que nos tocó en suerte.
"Fomentar la autoestima, fortalecer la cohesión e integración grupal, mantener la armonía, la comunicación sincera y oportuna en el grupo." ¿Quién no tiene miedo de enfrentar todos los días el mismo curso? ¿El maestro? ¿Los alumnos? Todos y cualquiera pueden enfrentar diversos problemas dentro del aula, con el grupo. Valorar a cada uno el esfuerzo, el cambio de actitud, la palabra equilibrada y a tiempo, la ayuda a un compañero, el trabajo realizado con esmero, con un poquito de ganas, más que la vez anterior, alentar al que sacó una nota baja, al que no estudió, a quien tiene serios problemas de integración por timidez, por agresividad verbal o corporal. Llamar la atención de quien no se comporta debidamente, con energía y seguridad. Escribir entre todos las reglas que seguirán alumnos y docentes.
"Promover soluciones creativas de los problemas"
"Posibilitar los espacios para descubrir y estimular las capacidades habilidades y destrezas de los alumnos. Eso representa una de las ayudas más útiles para ellos. Trabajar junto con los alumnos en las soluciones para hacer mínimo el estrés." No estamos en el aula para que los chicos hagan las cosas solos, somos quienes los guiamos, les presentamos los conocimientos recordando lo que ellos saben del tema, el conocimiento vulgar aquí es muy importante, la experiencia de la vida, los obstáculos que puedan tener en resolver problemas. La escuela es la que está a mitad de camino entre la experiencia de la vida y el saber científico.
"Crear nuevas reglas respecto de las prioridades en la distribución de las responsabilidades en el aula." Hacer que todos los alumnos se sientan importantes en el espacio del aula, dentro de la escuela. No manejemos a los alumnos por apellidos y números de curso, aunque no recordemos los nombres, como suele sucederme a mí, que ellos sientan que recordamos sus caras, sus formas de expresarse, el movimiento que van a dar, que sepan que los tenemos presentes. Que puedan decirnos que nos equivocamos, somos humanos y estamos estresados igual que ellos.
Texto señalado, extraído de Clarín 9 de marzo 2003
2 comentarios:
Lourdes: me parece muy valiosa tu reflexión. En los últimos tiempos, me ha tocado de cerca, esto que expresás. Se dio, coincidentemente, tanto en el cargo de preceptora, como con los estudiantes adultos, un intercambio acerca de las responsabilidades que nos caben a cada uno, y en especial, del respeto que nos debemos mutuamente como seres humanos.
Besos, y nos vemos el sábado, si Dios quiere.
Estamos en un mundo manipulador de los tiempos ajenos. Todos se sienten autoridad para exigir disponibilidad horaria, y aveces los docentes hacemos lo mismo con nuestros alumnos escudados en la preparación para el mundo laboral. Creo que todos debemos pensar en el otro, en sus posibilidades, en sus anhelos y ser solidarios, respetuosos del tiempo de los demás. Ayudar a tener ganas (la vieja y querida motivación)dentro del aula y fuera de ella. Aunque nos convirtamos en Quijotes dentro de la escuela.
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