Comenzamos nuevamente el año escolar. Todos los alumnos nos miran con recelo, pensando cuanto de nuevo podrán encontrar en este nuevo curso, cuanto de aburrido, cuanto de interesante, cuánto...
Ojalá cada uno de nosotros llevemos todo lo mejor, lo que hemos estudiado en soledad o con otros colegas, lo que anhelamos que aprendan con gusto como lo hicimos nosotros mientras preparamos las clases, que se note también nuestro entusiasmo, que se note nuestra juventud en la tarea de aprender y enseñar, que se note...
Es tan difícil agradar a todos, es tan difícil conformar a todos. ¿Acaso nosotros, adultos forjados por las herramientas del trabajo estamos conformes con lo que somos, con lo que damos, con lo que podemos dedicar al estudio? ¿Estamos conformes con el horario de trabajo? ¿Estamos conformes con la cantidad de trabajo?
No. Entonces mostrándonos más naturales ante nuestros alumnos, que puedan ver cómo sorteamos los obstáculos diarios, los problemas cotidianos, los inconvenientes en el estudio, podremos mostrar el verdadero ser humano que los chicos, los adolescentes y jóvenes quieren ver en nosotros y desde allí comenzar el aprendizaje y la enseñanza.
Les deseo a todos un buen año escolar, no solo para los colegas sino también para mis alumnos y los padres de los alumnos.
Tomemos con más naturalidad la escuela, el estudio. Pongamos por delante nuestro optimismo, no solo nuestros hijos están aprendiendo, también nosotros estamos aprendiendo con ellos y que ellos puedan comprobar que lo hacemos. No solo le enseñamos a nuestros alumnos, ellos también nos dan ideas que tenemos la obligación de poner en práctica, demostrar que lo aprendimos de ellos, que nos han dado una lección y que la hemos aprendido.
Buen año para todos.
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